¿De dónde salió el diezmo
y cuál es su relevancia?
Cuando escuchamos la palabra “diezmo” en un contexto religioso, a menudo pensamos en la práctica de donar el 10% de nuestros ingresos a la iglesia. Pero, ¿de dónde proviene realmente esta costumbre? ¿Y cuál es su verdadero significado en el contexto del Antiguo Testamento?
Para entender el origen del diezmo, debemos remontarnos a los tiempos de los patriarcas, mucho antes de que existiera el pueblo de Israel como lo conocemos.
La primera mención del diezmo en la Biblia aparece en Génesis 14, cuando Abraham regresa victorioso de una batalla:
Pero Melquisedec, rey de Salem, trajo pan y vino; era sacerdote de Dios Altísimo. Lo bendijo, diciendo: “Bendito es Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y la tierra; y bendito sea Dios Altísimo, que ha entregado tus enemigos en tu mano”; y le dio un diezmo de todo.
Génesis 14:18-20
Este pasaje es fascinante por varias razones. En primer lugar, vemos que el diezmo existía antes de que se estableciera la ley mosaica. En segundo lugar, Abraham lo ofrece voluntariamente, sin que nadie se lo exija.
Pero, ¿por qué el 10%? ¿Y por qué a Melquisedec?
Para entender esto, debemos considerar el contexto cultural de la época. En el antiguo Oriente Próximo, era común que los reyes recibieran tributos de sus súbditos o de los pueblos conquistados. Estos tributos a menudo se calculaban en décimas partes.
Al ofrecer un diezmo a Melquisedec, Abraham está reconociendo la autoridad espiritual de este misterioso rey-sacerdote. Es un acto de gratitud hacia Dios por la victoria obtenida, pero también una forma de honrar a quien reconoce como representante de Dios en la tierra.
Más adelante en la historia bíblica, vemos cómo el diezmo se integra en la ley de Moisés:
"Todo diezmo de tierra, de la siembra de la tierra y del fruto del árbol para El Señor será; sacro para El Señor es."
Levítico 27:30
Bajo la ley mosaica, el diezmo ya no era voluntario, sino obligatorio. Se utilizaba para mantener a los levitas, quienes no recibieron una porción de tierra como las otras tribus y se dedicaban al servicio del tabernáculo:
"A los hijos de Leví, he aquí que entregué todo lo diezmo de Israel como heredad, a cambio del servicio que ellos realizan, el servicio de la Tienda de Reunión".
Números 18:21
Pero el diezmo no era simplemente un impuesto religioso. También tenía un propósito social:
"Al cabo de tres años sacarás todo el diezmo de tu cosecha del año aquel y lo apartarás en tus ciudades. Entonces vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el converso, el huérfano y la viuda que están en tus ciudades, para que coman y se sacien, para que te bendiga El Señor, tu Dios, en toda obra de tus manos que realices."
Deuteronomio 14:28-29
Este “diezmo del tercer año” era una forma de cuidar a los más vulnerables de la sociedad, reflejando la preocupación de Dios por el bienestar de todos sus hijos.
Entonces, ¿cuál es la relevancia del diezmo hoy en día?
Aunque ya no vivimos bajo la ley mosaica, el principio detrás del diezmo sigue siendo válido: honrar a Dios con nuestros recursos y cuidar de los necesitados. El apóstol Pablo, en el Nuevo Testamento, no menciona específicamente el diezmo, pero sí habla de dar generosamente y con alegría (2 Corintios 9:7).
El diezmo nos recuerda que todo lo que tenemos proviene de Dios y que estamos llamados a ser buenos administradores de esos recursos. No se trata solo de dinero, sino de reconocer la soberanía de Dios en todas las áreas de nuestra vida.
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