El matrimonio
en el Antiguo Testamento
Después de crear a Eva, Dios declara:
Por ello, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y se transformarán en una sola carne.
Génesis 2:24
Esta declaración establece varios principios fundamentales. Primero, el matrimonio implica una separación de la familia de origen para formar una nueva unidad. Segundo, hay una unión profunda entre marido y mujer, descrita como “una sola carne”.
Pero, ¿qué significaba realmente el matrimonio en la sociedad del Antiguo Testamento?
No era simplemente una unión legal o romántica. Era una alianza profunda, basada en el apoyo mutuo y en roles complementarios. Tomemos el caso de Abraham y Sara.
Cuando Dios le ordena a Abraham dejar su tierra natal, el texto nos dice:
Abram llevó consigo a su esposa Sarai y a Lot, el hijo de su hermano, y todas las riquezas que habían acumulado y las almas que hicieron en Harán; y se marcharon para ir a la tierra de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán.
Génesis 12:5
Sara no cuestiona la decisión de Abraham. Su apoyo es incondicional, a pesar de lo radical del cambio que se les presenta. ¿Podría ser este un caso de sumisión ciega? En realidad, Sara y las siguientes matriarcas dejan ver su tenacidad y carácter en más de una ocasión. Así que más que sumisión de Sara, aquí vemos muestra de confianza profunda en el liderazgo de su esposo.
Por otro lado, Abraham demuestra un profundo respeto por Sara. Esto se evidencia claramente cuando Sara le pide que expulse a Agar y a Ismael de la casa:
Y le dijo a Abraham: “¡Expulsa a esa esclava junto con su hijo, pues el hijo de esa esclava no heredará junto con mi hijo, con Isaac!”. El asunto afligió mucho a Abraham, a causa de su hijo. Entonces, dijo Dios a Abraham: “No te aflijas por el muchacho o por tu esclava: todo lo que te diga Sara, oye su voz, pues por intermedio de Isaac se considerará tuya la descendencia”.
Génesis 21:10-12
A pesar de que esta petición le resulta dolorosa, Abraham escucha a Sara y sigue su pedido, respaldado por la palabra de Dios. Esto demuestra no solo el respeto de Abraham hacia su esposa, sino también cómo Dios mismo valida la voz y la intuición de Sara en asuntos familiares cruciales.
Otro ejemplo poderoso del respeto y aprecio de Abraham hacia Sara se manifiesta en el momento de su muerte. Cuando Sara fallece, Abraham se dedica a asegurar un lugar digno para su sepultura:
Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara y a llorarla. Y se levantó Abraham de delante de su muerta, y habló a los hijos de Het, diciendo: Extranjero y forastero soy entre vosotros; dadme propiedad para sepultura entre vosotros, y sepultaré mi muerta de delante de mí.
Génesis 23:2-4
Abraham insiste en comprar la cueva de Macpelá, al precio que sea, como lugar de sepultura, a pesar de que los hititas le ofrecen gratuitamente el mejor de sus sepulcros. Él persiste:
"Si ustedes tienen a bien que yo sepulte aquí a mi difunta, les ruego que intercedan por mí ante Efrón hijo de Zojar, para que me venda la cueva de Macpelá, que está al extremo de su campo. Que me la venda por su precio total, para que yo tenga en propiedad un sepulcro entre ustedes".
Génesis 23:8-9
Este acto demuestra no solo el amor profundo de Abraham por Sara, sino también su deseo de establecer un lugar permanente para su familia en la tierra prometida.
El matrimonio entonces, ejemplificado por Abraham y Sara, era un desafío tras otro. Pero cada desafío lo superaban gracias al apoyo incondicional de la mujer, el profundo respeto del hombre hacia su esposa, y una disposición a escuchar y considerar los deseos del otro. No muy distante de lo que se persigue como modelo en las uniones religiosas de hoy en día.
Sin embargo, no todos los matrimonios en el Antiguo Testamento siguieron este ejemplo. De hecho, hay casos que parecen contradecir directamente las leyes matrimoniales establecidas por Dios.
Uno de los casos más problemáticos es el de Jacob, quien se casó con las hermanas Lía y Raquel. Este matrimonio parece ir en contra de la misma Ley de Dios, que prohíbe casarse con dos hermanas. ¿Cómo se explica esta aparente contradicción?
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