Pero, ¿por qué un arcoíris? La respuesta se encuentra en la riqueza del idioma hebreo y en el simbolismo militar de la antigüedad:

En hebreo, la palabra utilizada para “arcoíris” es “qeshet” (קֶשֶׁת). Curiosamente, esta misma palabra también significa “arco de guerra”. Este doble significado no es una coincidencia.

En el antiguo Cercano Oriente, cuando dos partes hacían un tratado de paz, era común que los guerreros colgaran sus arcos como señal de que las hostilidades habían terminado. Al “colgar su arco” en las nubes, Dios estaba efectivamente declarando el fin de Su “guerra” contra la humanidad por su maldad.

Así, el arcoíris no es solo una promesa, sino un poderoso símbolo visual de que Dios ha “colgado su arma”. Cada vez que vemos un arcoíris, estamos presenciando la señal de Dios de que ha depuesto Su “arco de guerra” y establecido un pacto de paz con la humanidad.

Esta interpretación no solo nos habla de la misericordia de Dios al prometer no volver a destruir la tierra con agua, sino que también nos muestra Su deseo de reconciliación y paz con Su creación.

Pero esto nos lleva a preguntarnos algo más: Si Dios es omnisciente y sabía desde el principio cómo se comportaría la humanidad, ¿por qué parece “arrepentirse” de haber creado al hombre antes del diluvio? ¿Cómo se reconcilia esto con la idea de un Dios que todo lo sabe?

Exploramos esta aparente contradicción en el Secreto #28 de “Secretos Bíblicos: 127 trasfondos reveladores sobre las historias más célebres del Antiguo Testamento”, donde revelamos el misterio de cómo un Dios omnisciente puede “arrepentirse” y qué nos revela esto sobre la naturaleza divina.

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